porno, masculinidad y autoexploración

¿le damos un respiro al porno?

Una mirada rápida al porno de ayer en contraposición al de hoy ¿Por qué lo consumimos? ¿Qué buscamos? ¿Quién y qué consumimos? ¿Por qué dicen que nos daña…? Analizamos los efectos del consumo de porno, sus vínculos con la masculinidad tradicional, abrimos nuevas propuestas y horizontes para que cada uno de nosotros descubra por sí mismo en qué le beneficia la pornografía.

Con el presente, no pretendo enjuiciar ni promover la caída del porno. Es un simple análisis de mi visión respecto al tema basado en la experiencia personal y charlas compartidas con otros hombres.

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la escalada del porno en 10 años

Son muy pocos los años que pasaron entre el consumo de porno en revistas, pelis de Canal+ o videoclub hasta hoy que lo encontramos sin querer en nuestros dispositivos móviles.

Sólo puedo hablar de lo que conozco, nací en los 80 y como menor de edad, no podía acceder ni a revistas X ni a películas X. Estaba vetado. No fue hasta la llegada de internet a los hogares que la cosa se puso fácil en este sentido, y qué decir de la llegada de internet a los teléfonos móviles; una auténtica bomba. Pero insisto, no pasaron casi años, incluso cuesta recordar aquellos días en los que el porno no formaba parte de nuestra inspiración masturbatoria diaria.

Pasar de no consumir a consumirlo a diario es una realidad que más de uno hemos vivido. Y sucede así, de la noche a la mañana, un día te das cuenta que llevas toda la semana entrando por lo menos una vez al día a consumir material pornográfico.

No pasa nada, esto no genera adicción
— todos los hombres


No hacen falta muchos estudios para confirmar la adicción al consumo de material pornográfico, basta con hacer un estudio empírico casero: ¿cuándo fue la última vez que viste porno? ¿y la anterior?



¿Por qué miramos porno?

La respuesta fácil y rápida es: porque nos gusta.

La respuesta compleja e igual de real es: porque tener a mano la posibilidad de excitarnos a una velocidad escandalosa, permite que nos masturbemos también escandalosamente rápido y por lo tanto terminemos con el autoplacer en un santiamén. O dicho de otra manera; porque gracias al porno podemos masturbanos en pocos minutos y descargar todo lo que necesitamos descargar -en sentido literal y figurado-.

Descubrimos que la masturbación relaja, baja los niveles de estrés y sirve para evadirnos sin que a primera vista hagamos daño a nadie. 

Vemos porno en espacios de intervalo cortos. Nos excitamos con facilidad, nos damos placer inmediato y seguimos con nuestras vidas. Fácil, rápido y sin dejar rastro. En la mayoría de casos es así, habrá excepciones lógico, pero las menos. Seguimos masturbándonos en el WC con la puerta cerrada, como delincuentes, escondidos, con culpa, quizás vergüenza.

Son 10 minutos de búsqueda frenética pegados al móvil. Y ya. Fin de la película.


¿Quién y qué porno miramos?

Según fuentes “oficiales” consumimos ESTO, pero según nuestro sentido común consumimos ESTO OTRO:

esto = PH.com

Es fácil encontrar estadísticas de consumo de porno en internet, es más, basándome en las proporcionadas por una de las webs más potentes de la industria del porno, saco mis propias conclusiones:

  1. Es curioso se hagan eco de cómo el consumo de porno entre el público femenino ha crecido y que lo vendan como la liberación de la mujer hacia su sexualidad. Que cada unx saque sus conclusiones, pero teniendo en cuenta que la media mundial que facilitan de visitantes femeninas es de un 32%, a mi personalmente no me da la sensación de que 3 de cada 7 vídeos que propone la plataforma al entrar en ella estén dirigidos al público femenino. 

  2. Analizando los datos de búsqueda que hacen las mujeres, me sorprende también que la mayor cantidad de búsquedas sea hacia actrices que a su vez aparecen en vídeos donde el enfoque de cámara suele ser desde la visión del hombre… sospechoso ¿no?
    Que además las categorías más buscadas por ellas sean lesbian, popular with women y japanese a mí personalmente me sorprende, no porque sea imposible sino por lo contradictorio de los datos que publicados. 

Sin intención de juzgar gustos o preferencias, mi filtro personal hace que estos sean lo dos puntos más destacables a la hora de analizar los datos proporcionados por la plataforma respecto a las visitas recibidas en 2019. 


Insisto que no me parecen demasiado fiables los datos proporcionados, parece que juegan más a alardear, a generar una falsa moral de “si lo hacen tantas personas estará bien” o a despertar el “morbo” del lector que a cualquier otra cosa.

Cabe decir que tampoco me fío demasiado de una empresa que acumula varias denuncias por casos de publicación de violaciones, violaciones a menores de edad, publicaciones de personas sin su consentimiento y un largo etc que podrás encontrar fácilmente en la red.

Me parece importante remarcar aquí, que cada vez que consumimos material de dicha web, apoyamos la difusión de tal contenido, más allá de que nosotros no paguemos por él ¿Obvio verdad?

ESTO OTRO = SENTIDO COMÚN

Lo que dicta mi sentido común tras años consumiendo su contenido es:

  • La mayoría de usuarios de pornografía somos hombres heterosexuales (por eso la mayor parte de la industria se dirige a nosotros con su publicidad y con el contenido que ofrece)

  • El contenido de la pornografía es mayormente sexista y violento (no hace falta analizar demasiados vídeos para entender esto, los propios títulos de cada vídeo son la prueba fehaciente de ello).


Los efectos del porno en nuestra vida

No podemos consumir algo a diario y pensar que no ejerce una influencia en nosotrxs, es de por sí muy iluso pensar eso, pero realmente, ¿cuáles son los efectos del porno en nuestra vida?

¿Por qué nos daña?

  1. Educación sexual basada en el porno. No sé tú, pero lo que yo aprendí durante mi escolarización obligatoria fueron los aparatos reproductores femenino y masculino, prevención de prácticas sexuales de riesgo y poco más. Afortunadamente durante mi adolescencia y juventud, tuve acceso a un programa de radio llamado “en tu casa o en la mía” en el que una sexóloga (Lorena Berdún) aclaraba las dudas de los oyentes.
    Esto fue lo más parecido que tuve a una educación sexual. El resto: PORNO. No es casualidad que la mayor parte de la población creamos que tenemos una sexualidad bastante pobre. El tipo de prácticas que promueve la pornografía no son sexualmente completas y por lo tanto vivir nuestra sexualidad como si de una peli porno se tratara, nos deja siempre insatisfechos queriendo buscar siempre más, aún comprobando que mediante este tipo de sexo perpetuamos la insatisfacción. El círculo vicioso está en marcha.
    Remarcar que, como con las finanzas personales “si no las gestionas tú mismo tú dinero alguien lo hará por ti”, con la educación sexual pasa lo mismo; si no recibimos una educación sexual de calidad, acabamos aprendiendo del porno, una industria con una maquinaria e inversiones millonarias destinadas a que el porno llegue a ti. 



  2. No eliges el porno que consumes. El porno que consumimos habitualmente no es el porno que elegimos, es el porno que se nos ofrece en cada una de las plataformas. Scroll, scroll y play. Esta es la secuencia más habitual, por lo que dejamos en manos de otrxs el contenido que vamos a ver. Lo más que hacemos es buscar el nombre de la actriz o actor en cuestión, una etiqueta o categoría. Pero elegir, no elegimos. Sirva la analogía con la TV convencional, en la que encendías la caja tonta y otros decidían lo que debías ver o, en los tiempos que corren sirva de ejemplo Netflix, donde pagas una quota para que otros decidan el contenido que puedes ver y el que promocionan para que te aparezca continuamente hasta que pinches en él.



  3. La vergüenza del porno. En muchos casos o mejor dicho, en muchas casas, el consumo de porno es un tema tabú. Como he dicho, muchos nos masturbamos a escondidas como si siguiéramos viviendo con nuestros padres y madres (me viene la imagen de un adolescente pajillero sentado en el váter con una revista en sus manos), refugiados en la única habitación dónde hay “intimidad”, procurando que nadie nos descubra y terminando la hazaña cuanto antes si hay “gente” en casa o con más calma y menos estrés cuando estamos solos. Pero habitualmente así, en el váter, disfrutando vagamente de una parte tan importante de la sexualidad.
    Pocas parejas hablamos de ello abiertamente, lo ocultamos como un secreto negando tal acto o lo contrario, con algunas de ellas conscientes del uso de pornografía por nuestra parte, pero llegándose a sentir “avergonzadas” por nuestros actos. 
    Por otro lado, entre hombres no tenemos inconveniente en mostrarnos consumidores de porno, hasta el punto de ser uno de los ticks a marcar en la lista que conforma nuestra masculinidad ¿te imaginas a un hombre joven prototípico que no consuma porno en el siglo XXI? Yo tampoco.

    Está claro que el porno ya forma parte de nuestra idea de masculinidad. 



  4. El abuso de poder en el porno. Lo he nombrado anteriormente. No hace falta visionar un vídeo para entender que la violencia forma parte del discurso implícito en el porno.
    Temáticas como violación, secuestro, doloroso, violento, duro, abuso, etc… son el hilo argumental de muchos de los vídeos que circulan por la red. En su mayoría tal poder lo ejerce el hombre sobre la mujer.
    Si entramos en cualquier web y vemos los 10 primeros vídeos que nos aparecen, incluso analizándolos con desgana, veremos cómo el patrón de abuso se da por lo menos en el 80% de los casos.
    La violencia física abunda (cachetadas varias en el cuerpo de la otra persona), la violencia verbal abunda (aunque los guiones sean penosos lo que se dice deja prueba de ello), la violación abunda (me follo a mi hermanastra mientras duerme), … ¿continuamos?

    En este punto solo cabe decir una cosa: acostumbramos a nuestro cerebro a relacionar el sexo y el placer con abuso, violencia y dominación. Así es como consumiendo porno nos condicionamos y generando un estándar de masculinidad totalmente tóxico.



  5. Perpetuación de los estereotipos/sesgo de realidad. Hace 10 años una amiga nos contaba que el porno era horrible porque no encontraba nada que se pareciera a la realidad “siempre son tíos cachas y poco agraciados con pollas enormes follándose a chicas jóvenes y guapas”.
    Dos de los hombres presentes le ofrecimos alternativas de productoras que ofrecían un contenido más sensible ¿Sabes qué recomendamos? Vídeos de mejor calidad (planos más cuidados a nivel estético/visual), en los que los amantes parecían disfrutar ambos de una relación de verdad. Si analizamos hoy esos vídeos, nos damos cuenta que siguen perpetuando unos estereotipos heteronormativos:
    Pareja jóven. Él atlético y musculado sin llegar a ser “una mole” con un pene grande pero no descomunal, bastante agraciado de cara y por supuesto blanco. Ella podría ser modelo de Victoria Secret, blanca (en su mayoría), delgada, dulce, cariñosa y sensual.
    Los planos centrados principalmente en el cuerpo de ella. 

    Sin ser conscientes de ello estábamos recomendando el consumo de un porno totalmente estereotipado que seguía transmitiendo un mensaje sobre el sexo viciado y poco realista.
    Sin ningún tipo de conciencia perpetuábamos un modelo de masculinidad tradicional, animando a nuestras compañeras a consumir un material en el que ellas seguían siendo el objeto de deseo de un macho alfa, eso sí, con planos cuidados. 



  6. Falocentrismo por doquier. Que el pene es el protagonista del porno es evidente. Cualquier vídeo termina SIEMPRE con una corrida, ya sea la del espectador o la del actor. No hay más. El placer masculino sólo da vueltas alrededor del pene, el cuerpo masculino no dispone de más zonas erógenas en el porno. El cuerpo de ella es el objeto de consumo, el cuerpo de él es pene, nada más que añadir señoría. 



  7. Mitos sexuales. La mitología sexual es infinita, comparto la más extendida en la industria pornográfica:

    1. Pene erecto, duro, disponible. Si el porno es falocentrista, deberíamos añadir también que es flacifóbico. No abundan los casos de penes flácidos; extendiéndose así el mito de que un hombre sin erección no puede mantener relaciones sexuales.

    2. El tamaño importa. Así lo hemos vivido muchxs a lo largo de los años. Lo he oído en boca de hombres y mujeres. La experiencia me dice que el tamaño importa sólo a las personas que les dan importancia.

    3. El orgasmo es el fin. No concretaré si es el fin último de la relación sexual o la finalización de la misma. Visualizar un posible orgasmo como el objetivo a cumplir, suele ser fuente de frustración y prácticas muy desconectadas. Cuando lo importante es el destino, nos olvidamos disfrutar el camino.

    4. Los orificios son para taparlos. “En caso de guerra cualquier agujero es trinchera”. Un mito que por supuesto es desesperanzador para todxs es el que nos invita a hombres a disponer del cuerpo femenino a nuestro antojo penetrando sin antes preguntar, como si lo desearan, como si así lo quisieran.

    5. El sexo es riesgo. ¿Cuántos son los vídeos en los que un mismo pene pasa por distintos cuerpos y orificios sin protección, sin limpieza, sin ningún tipo de discriminación? Normalizar ciertas prácticas sexuales de riesgo forma parte del día a día del porno.

    6. El sexo es espontáneo. Seamos francos, que el sexo apetezca por igual a dos personas en un mismo momento, es más cosa de la fase de “enamoramiento” (fuerte atracción sexual) del principio de todas las relaciones que de la realidad real. Podemos llamar a las puertas del sexo, pero eso el porno no lo enseña.

    7. Sexo y menstruación son imposibles. De la misma forma que el vello en las mujeres, que la penetración masculina en una relación heterosexual u otros elementos que aún forman parte del universo para “perturbadxs”.

    8. La infidelidad es excitante. Acostarse con hermanastras, con las parejas de los padres, con la vecina, con la mejor amiga de la pareja, con… este son el tipo de realidades que abundan en el porno mainstream.

    9. Espero en los comentarios alguno más ;)




  8. Sexo exprés. Como ya he mencionado, nos masturbamos a una velocidad escandalosa. La web mencionada anteriormente cuenta que de media pasamos en la página unos 9 minutos, por lo que se hace evidente que entre el abrir, navegar un poco, encontrar un vídeo que se ajuste a nuestros gustos, verlo y satisfacernos, es cuestión de pocos minutos.
    La forma que tenemos de relacionarnos con nosotros determina también la forma que tenemos de relacionarnos con los demás. Si nuestra sexualidad personal está centrada en los genitales y el objetivo es la eyaculación con orgasmo, nuestras sexualidades en pareja se centrarán también en los genitales y estarán centradas en conseguir el orgasmo (el propio o el de la pareja, otro de los estragos de la masculinidad tóxica a la sexualidad de pareja, pero lo dejamos para otro día).



masculinidad y porno

Sin duda alguna, el visionar a diario vídeos de dudoso rigor educativo en materia sexoafectiva, produce un efecto contraproducente en la confección de nuestra masculinidad.

Las cuentas salen rápido: antes de los 15 años de edad, los chicos ya consumen porno eventualmente en internet.

Si los modelos de hombre se comportan de una determinada manera en la pantalla, lo esperable es que los jóvenes reproduzcamos conductas muy parecidas cuando nos encontremos en escenas similares, de lo contrario nuestra masculinidad puede ponerse en duda.

¿Qué podemos hacer?

Lejos de tener la solución en mis manos, lo único que abogo por hacer es entender que convivimos con una realidad a contemplar. El porno está presente en nuestras vidas igual que lo está el alcohol. Normalizamos consumirlo aún a sabiendas de lo que produce.

Mi intención no es terminar con el porno o decir a alguien lo que está bien o lo que está mal porque no creo que consumirlo sea mejor o peor. Mi intención es que cada unx de nosotrxs reflexione y saque sus conclusiones sobre la pornografía y los efectos que tiene en la construcción de su propia masculinidad.

cómo dejar el porno

Aunque la propuesta no es eliminar el porno de nuestras vidas, sí invito a probarlo por lo menos 4 semanas. Para ello propongo seguir unas pautas:

  1. Analiza por qué lo haces. Cuando vayamos a abrir el navegador para buscar porno, analicemos si lo hacemos porque nos hemos quedado solos en casa, por aburrimiento, porque llevamos muchos días sin hacerlo, porque nos hemos excitado pensando algo, porque hemos visto algo sugerente, porque teníamos una erección, porque estábamos tensos y necesitábamos descargar… encontremos cada uno nuestro patrón de consumo. Todos consumimos por algo. Saber por qué consumes es un gran primer paso.

  2. Recuerda que con tu visionado apoyas una causa. Antes de consumir porno recordemos que quizás con su visionado, estemos apoyando a que una empresa siga cometiendo delitos de explotación sexual y trata de personas aunque no paguemos ninguna suscripción (recuerda que ganan mucha pasta sólo con publicidad), si nosotros entramos, ellos continuan con su actividad éticamente cuestionable.

    Si aún así decides continuar viendo porno, lee el siguiente punto:

  3. Haz una buena selección. Durante el consumo de vídeos porno, tratemos de diferenciar los vídeos en los que se produce un abuso de poder y dejemos de ver aquellos en los que claramente percibimos tal abuso. 
    No justifiquemos que es una peli porno y que es sexo consentido, que una actriz o un actor haga lo que hace porque es su trabajo no puede ser argumento suficiente para perpetuar un modelo de sometimiento. 
    Coaccionar a una persona (de la manera que sea, con mayor o menor sutilez) para que realice distintas escenas, se llama violencia sexual, y eso es abuso de poder.

    Disculpa si crees que me pongo tiquismiquis, pero creo que poniendo intención en identificarlo, es fácil distinguir si en una escena se produce abuso o no.

    En caso de duda, te aseguro desde ya que hay abuso. 

Educación sexual

Desde mi punto de vista y basándome de nuevo en la propia experiencia, creo que una educación sexual desde la adolescencia hasta la secundaria obligatoria, sería más que imprescindible en los tiempos que corren, ofreciendo a lxs jóvenes alternativas al consumo de porno.
Para ello, primero los adultos debemos entender la sexualidad de una forma holística, esta es la única manera de aprender que el porno no es tan importante como muchos a priori creemos, y a pesar de ser una opción válida, también es totalmente prescindible.

Recibir educación sobre la pornografía consiste en afilar la mirada de lxs jóvenes para que su consumo sea totalmente crítico. Entender los roles de género, lo que perpetúa el porno, conocer la industria del porno en profundidad, sus intereses, explorar más allá de lo que hay en los vídeos que corren por la red… los jóvenes son mucho más críticos que los adultos y capaces de comprender más allá, pero para que ellos sean críticos, primero debemos serlo nosotros y ofrecerles herramientas para la reflexión.

Además es importante entender las limitaciones relacionales que nos provoca el consumo activo de porno, que lo que se promueve en él daña, que es poco saludable y/o nos provoca mucha insatisfacción sexual, es clave para dejarlo de consumir con tanta alegría y despreocupación. 

“No me afecta el porno”

Esta es una de las frases más escuchadas por hombres consumidores de porno, pero la realidad es otra y vamos con ejemplos de realidades que quizás tú también hayas vivido:

  • Sentir excitación e invitar a tu pareja a mantener relaciones sexuales con insistencia. Aún teniendo su negativa, insistir en tener prácticas sexuales tocándola con el pene, frotándonos contra ella, o “amenanzando” con masturbarnos a su lado si ella no quiere satisfacer o acompañar en tu excitación.

  • Verte frustrado si durante el coito con una pareja, decide interrumpirlo y dar por finalizada la sesión.

  • Dar una cachetada sin permiso al encontrarte en una postura concreta con tu pareja sexual.

  • Desear y proponer prácticas habituales en el porno que sabes de antemano que tu pareja rechazará.

  • Desconocer las zonas erógenas de tu cuerpo (si no se las puedes comunicar a tu pareja, significa que no sabes cuáles son).

  • Escribe por favor en los comentarios, realidades de tu vida producidas por el porno.

Si te has visto identificado en alguna de las anteriores posibilidades, está claro que el porno te afecta. Hay infinitas posibilidades más, estas no son únicas, cerradas ni excluyentes.


Por qué aparcar el porno

Cambiar nuestros hábitos no es fácil, de hecho a nuestro cerebro le cuesta bastante hacerlo, aún así no es imposible y vale la pena el esfuerzo. A menudo no es suficiente con la conciencia de los perjuicios que una práctica nos trae para dejarla de lado.

El ejemplo por excelencia es el tabaquismo: Saber que nos acorta la vida, no siempre persuade de fumar varios pitillos al día. 

Con el porno pasa algo parecido: aún conociendo “su lado oscuro” lo continuamos consumiendo. Tengo claro que el no ver de forma clara, directa o tangible cómo el porno daña, hace que nuestro sentimiento de culpabilidad pese menos en la báscula cuando se compara con el beneficio de consumirlo.

Es decir, si en una balanza pongo el beneficio del porno (excitación inmediata y variada por ejemplo) versus el perjuicio del porno (disfrute sexual limitado), pesa más el beneficio.

El consumo de porno no deja de ser un fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos, donde la satisfacción inmediata pasa por encima de una vida sexual más relajada, profunda y slow.


Descubrir la sexualidad

Descubrir la propia sexualidad es algo que no se favorece en ninguna de las etapas de nuestra vida. Somos seres sexuales y como tales necesitamos satisfacer nuestros instintos personales que van mucho más allá de la vida sexual. 

Si nos contaran que la sexualidad es lo que nos impulsa a mantenernos vivos, a satisfacer nuestros anhelos personales, es lo que nos da energía para continuar adelante, veríamos que el sexo es solo la punta de un enorme iceberg. 

El porno suele servir para excitarnos rápidamente, como estímulo visual para conseguir una erección rápida que nos permita proceder con una masturbación express y nos de placer en cuestión de pocos (3) minutos. Pim pam. Ni más ni menos. 

Descubrir que el placer va más allá de esto es abrir las puertas de una nueva dimensión en nuestras vidas, descubrir que podemos vibrar con todos nuestros sentidos, que la sexualidad no es genitalidad, que la vivimos en cada célula de nuestro cuerpo, que la excitación se puede dar de mil maneras diferentes y todas ellas son perfectas, que el orgasmo que tenemos cuando consumimos porno es de una pobreza espiritual enorme… nos da alas reconvertir, reentender o redescubrir la sexualidad.

Si eres anterior a los 90, intenta recordar tu primera experiencia sexual, una caricia mágica que te hiciera vibrar, un beso inesperado, unas palabras en la oreja erizándote el vello del cuerpo, una mirada deseosa, la carta de alguien a quien amabas, la noticia más importante de tu vida, yo qué sé, pero esa sensación que te recorrió el cuerpo de principio a fin en una experiencia totalmente carente de espacio y de tiempo, ese éxtasis que sentiste un día pero se esfumó con los años por pasar de “lo desconocido” a “lo habitual”. ¿Qué darías por volver a sentir eso?

¿Sabes por qué somos tan adictos a “las mariposas en el estómago”? Porque nos recuerdan ese anhelo por algo que desconocemos pero deseamos con todas nuestras fuerzas conocer porque todo el cuerpo nos lleva hacia ahí.

Eso es la sexualidad y no ocurre sólo con el sexo.

En el “amor” es el único lugar donde nos permitimos vivir una sexualidad exuberante, hipnotizante y arrolladora que eleva nuestra conciencia. Y está bien que así sea, pero entonces, aprovechemos también los momentos de intercambio íntimo y amoroso para que se produzca esa magia de dos personas fusionándose. Educados con el porno, esto no es posible. Reentender la sexualidad y el sexo es básico.

Lo escribo así, porque es muy fácil entender de lo que hablo con el ejemplo de la pareja, pero por experiencia, también tengo que decir que a través de la autoexploración y autoconocimiento es posible llegar a orgasmos espirituales y físicos mucho más profundos que una paja rápida tras la puerta del WC.

Insisto el porno tal y como lo conocemos en la actualidad, no deja de ser un reflejo de lo que nuestras vidas sexuales son: fuente de excitación para el placer personal instantáneo de descarga, sea solos o acompañados. 

Esto carece totalmente de sentido vital. Podemos ir más allá y estaría bien exigírnoslo de vez en cuando, merecemos mucho más.



Etimología de pornografía

Me gusta empezar con la etimología de las palabras, pero en este caso me parecía oportuno dejarlo para el final:

Etimológicamente la palabra pornografía proviene del griego porne, cuyo significado es esclavo sexual o ramera y graphos/gráphein cuyo significado es escribir, dibujar, representar.




el fin del porno

No creo que demonizar el porno sea el camino hacia ningún lugar. La prohibición suele activar la curiosidad y si la industria del porno ha llegado hasta donde ha llegado es porque la masculinidad tradicional lo ha favorecido.

Como habrás visto a lo largo del artículo, el porno nos condiciona mucho más de lo que a priori imaginamos. Nos llega a crear incluso fantasías y puede que también hayas llegado a experimentar que produce frustración, pues la realidad normalmente está alejada de lo que vemos en el porno.

Como pedagogo de base, creo que la educación es la clave para vivir vidas plenas, en concreto afirmo que educarnos en masculinidad o masculinidades es clave para reflexionar sobre el consumo de porno.

Creo profundamente que un planeta habitado por hombres con una profunda conciencia de su masculinidad individual y única, sería un planeta con una pornografía muy diferente.


Te invito redescubrir tu sexualidad y a dejar el porno durante 4 semanas para que explores el autoplacer desde una perspectiva de goce individual, autodescubrimiento corporal completo y no sólo centrado en tu zona genital.

Si tienes dificultades o no sabes muy bien cómo empezar, escríbeme a hello@germansancho.com o contrata una sesión de coaching individual.

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