Germán Sancho Coach de hombres. Reconstruyendo la masculinidad

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masculinidad toxica en el siglo XXI

La masculinidad tóxica es uno de los grandes males de nuestros tiempos. No es una frase gratuita ni lanzada al azar, es una realidad como la copa de un pino.
Escindidos de nuestras emociones para mostrar nuestro lado masculino, nos polarizamos en lo social y culturalmente aceptado como “de hombre” en oposición extrema a lo que es “de mujer”, entrando en una espiral tóxica a la que arrastramos a quien nos rodea y de la que cuesta salir.

De la misma forma que la fragilidad masculina nos muestra cuán absurdo es el propio concepto de masculinidad, cuando nos referimos a su toxicidad, ésta cobra un relevante papel destructivo a nivel personal, social e interpersonal.

Qué es la masculinidad tóxica

La masculinidad tóxica es la representación dañina que tenemos sobre nuestra concepción de “hombres”. Es decir, un hombre que cuida versus un hombre que violenta, son dos ejemplos de un mismo hombre ante una actitud sana y otra tóxica.

Cuando hablamos de masculinidad tóxica nunca señalamos al hombre como “tóxico” sino a la actitud que muestra.

En nuestro proceso de socialización, aprendemos e incorporamos actitudes, gestos, palabras… que culturalmente han sido aceptadas como rasgos masculinos, llegando así a normalizar y por lo tanto no ser conscientes de que esas actitudes representan un riesgo para nosotros y lxs que nos rodean.

Ejemplos de masculinidad tóxica

Algunos rasgos tóxicos en la representación de nuestra masculinidad que seguro te resultan familiares:

  • Cosas de chicos”. Hay ciertas cosas que en el imaginario colectivo pertenecen a los hombres y están totalmente normalizadas. Por ejemplo:

    • Colores. El color azul sigue siendo un símbolo de masculinidad en nuestra cultura. De hecho se utiliza sobretodo para la infancia, lo podrás ver muy claramente en una tienda de juguetes. En el mundo adulto sigue siendo una distinción latente, prueba de ellos son los colores que se utilizan para los vehículos, destinados algunos a un público masculino y otro femenino.

    • Deportes. El deporte es uno de los pilares de la masculinidad. El cuerpo del hombre debe ser fuerte, fornido, si puede estar esculpido mejor, mientras que ponemos en duda e incluso etiquetamos como “poco atractivo” el cuerpo de una mujer fuerte, definido y fornido.

    • Violencia. El uso de la agresividad para conseguir un fin. Normalmente los hombres muestran violencia física (abuso físico) en su día a día para demostrar su masculinidad (en institutos las collejas, peleas, empujones son el intercambio habitual). Añadimos aquí la violencia verbal como método sometedor que abunda también en el colectivo masculino y es un claro reflejo de masculinidad tóxica. 

  • Riesgo como conducta habitual en los hombres. Son infinitos los ejemplos de cómo el hombre pone en riesgo su salud y la de los que le rodean demostrando la toxicidad de la masculinidad a través de conductas que muchas veces son respaldadas por la teoría de la testosterona:

    • Alcohol: el abuso del alcohol es una práctica habitual masculina. 

    • Velocidad al volante: las estadísticas son claras. Relacionamos el riesgo al volante con la masculinidad tóxica en altos porcentajes.

    • Prácticas sexuales: en las prácticas sexuales encontramos que el hombre suele incidir en prácticas más arriesgadas que las mujeres, ¿sabes lo que es el chemsex?

  • Lenguaje ofensivo. Hemos visto anteriormente como la violencia a través del lenguaje es una práctica habitual en hombres, que solemos recurrir a él a nuestro antojo para producir una reacción que nos beneficie sobre otra/s persona/s.

  • Preparados, sexo, YA. La disposición a estar siempre dispuestos a mantener relaciones sexuales es un claro síntoma de una masculinidad tóxica. 
    Lejos de analizar si es lo que “siempre queremos” o no, mostrar tal predisposición o que se espere de nosotros que respondamos sexualmente en cualquier situación, es un reflejo de la concepción tóxica que tenemos de la masculinidad.

  • Boys don’t cry. No hace falta extendernos demasiado en que los hombres hemos sido educados para no explorar nuestra dimensión emocional. Los hombres no lloran es una de las frases más famosas de la historia y su nivel de toxicidad es tal, que una de los mayores retos a los que nos enfrentamos los hombres es la incapacidad de conectar con nuestras emociones y por tanto de empatizar con lxs demás. Si esto no es tóxico ¿qué lo es?

  • Homofobia. La discriminación por preferencias sexuales no heteronormativas es uno de los reflejos más claros de masculinidad tóxica. Anoto la homofobia por ser la práctica más habitual a través del lenguaje: no seas mariquita, eso es de maricón… como frases habituales.

frases de masculinidad tóxica

Hago un recogido de las frases más comunes, aquellas que hemos oído y dicho en más de una ocasión:

  • “Pareces una nena”

  • “Lloras como una mujer”

  • “Los hombres no sufrimos”

  • “Sé un hombre”

  • “Qué gay”

  • “Compórtate como un verdadero hombre”

  • “La amistad entre hombres y mujeres no existe”

  • “Eres el hombre de la casa”

  • “Sé fuerte y valiente, eres un hombre”

  • (puedes añadir todas las que atenten contra una persona a cambio de dejar clara la masculinidad de uno)

Feminidad tóxica ¿mito o realidad?

Abro un paréntesis breve para abordar si es tóxica la feminidad también:

De la misma forma que existe una masculinidad tóxica y pruebas de ello estás encontrando en este artículo, también existe una feminidad tóxica. 

La práctica de conductas que reflejen una feminidad concreta, también reporta una toxicidad per se, ya que salirse de tales prácticas conlleva poner en duda la feminidad de alguna persona.

De nuevo nos encontramos ante cómo la cultura y lo social nos llevan a constructos imaginarios en los que existe el bien y el mal, lo correcto o lo incorrecto, viviendo en estructuras totalmente cerradas que nos impiden ver los matices que hay más allá de haber nacido con una u otra cosa entre las piernas.

La feminidad o la masculinidad en sí no es tóxica, lo tóxico es el uso que le damos a esa feminidad o masculinidad en concreto. 

Las personas no queremos ser hombres o mujeres, ese nos es nuestro objetivo vital, nos construimos como tales a medida que pasa el tiempo y nos socializamos en determinados lugares y con determinadas personas.


Qué hacer para dejar atrás la masculinidad tóxica

Esta es una de las cuestiones que más nos pesa cuando detectamos conductas tóxicas en nosotros mismos. Tengo que decir aquí que lo más difícil está hecho.

Si lo has detectado por ti mismo, te felicito, pues darse cuenta por uno mismo del sufrimiento que causa no es fácil ni habitual. Si por el contrario alguien ha señalado tu masculinidad como tóxica, te felicito por leer esto también, significa que esa crítica recibida ha movido algo en ti que te está llevando a cuestionar algunas cosas.

Hay ciertas pautas que puedes seguir para combatir la masculinidad tóxica y son relativamente sencillas:

  • Lo primero de todo es poner toda tu historia pasada en tela de juicio. Esto significa repasar poco a poco, sin ninguna prisa y con mucho cariño y paciencia, tu pasado, para detectar ordenadamente de qué forma tu masculinidad ha sido tóxica para ti o lxs que te rodeaban. Poner luz en el pasado da cuenta de quién eres en el presente.

  • En segundo lugar te recomiendo que empieces a destruir los roles de género, pues son los encargados de decirte lo que te corresponde hacer como hombre en lugar de lo que te corresponde hacer como persona. Recuerda, ser hombre o mujer es una visión demasiado simplista para lo elaborada que es la humanidad ¿no te parece?

  • Relaciónate con hombres afines, que estén trabajando también su masculinidad. Una de las cosas que nos da más miedo a la hora de salir de la caja de la masculinidad, es encontrarnos solos en ese jardín. Debes saber que no estás solo y que desde este lugar empezarás a relacionarte con libertad y respeto. Si tienes dudas puedes enviarme un correo a hello@germansancho.com

  • Lee. Cuando hay algo que no sé, busco un libro, un seminario, un curso… cualquier cosa que me reporte información al respecto. Te dejo más abajo 3 libros para empezar a trabajar la masculinidad tóxica.


3 libros masculinidad tóxica

Entender la masculinidad tóxica a través de la lectura es más que posible. Te comparto 3 libros imprescindibles:

La masculinidad tóxica, de Sergio Sinay por ser un escrito contundente, reflexivo y un fiel reflejo de la actualidad a pesar de llevar publicado más de 10 años.

La caída del hombre, de Grayson Perry por ser un libro que arranca carcajadas mientras haces una revisión de lo que significa ser hombre. Desde el humor recordamos y aprendemos mucho mejor. Está claro que Grayson es un artista.

El hombre que NO deberíamos ser de Octavio Salazar por ser un libro introductorio a las nuevas masculinidades que te puedes devorar en una tarde libre.


conclusión

Como ves, la masculinidad tóxica se refiere única y exclusivamente a aquellos actos relacionados con la masculinidad que realizamos y cuyos resultados son tóxicos (dañinos, perjudiciales, punitivos, maliciosos, insanos…).

Recordemos pues, que el término debe usarse sólo para señalar el acto pero no al actor, pues en tal caso, estaríamos haciendo uso de nuestro juicio personal para señalar, castigar y someter a alguien y eso es precisamente lo que tratamos de evitar; el sometimiento ajeno.