Germán Sancho Coach de hombres. Reconstruyendo la masculinidad

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La paradoja de las medias naranjas

En el siglo XXI no podemos hablar de “medias naranjas”, pero me sigo sintiendo como tal

  • Primero nos hicieron creer que éramos medias naranjas. 

  • Luego nos lo prohibieron; nos teníamos que empoderar. 

  • Hoy te digo que somos mitad naranja, mitad nuez caparazón. 

Y por eso no entendemos si somos medias o si somos completas. Y así nos va. Te cuento:

Medias naranjas

Nos creímos el amor romántico de los cuentos y las pelis Disney, ¿cómo no íbamos a creérnoslos? Éramos niños y nuestros padres nos los contaban y ponían constantemente.

Además crecimos delante de una tele que nos entregaba series con relaciones de mierda, anuncios, películas, telenovelas y cualquier cosa que vendiera un amor basando en la dependencia absoluta… ¿La música? También, el “sin ti no soy nada” de Amaral sin ir más lejos ¿cuántos años tenías en 2002? ¿cuántas veces la cantaste? (sí, también se me ha pegado).

Aún con todo, esto era simple teoría, un aperitivo de la vida que te prepara para la comilona posterior. 

El plato fuerte fue: ¡ENAMORARSE POR PRIMERA VEZ!

Bueno, le llamábamos amor pero era más química que otra cosa y claro, la intensidad estaba servida. Y aquello de “sin ti no soy nada” lo sentíamos realmente, lo veíamos y nos sonaba tan real como tangible. El clásico “no me quiero separar nunca de ti” lo decíamos convencidos porque así era tal y como lo vivíamos por dentro… 

Total, que nos llevamos unas cuantas hostias. Desde la adolescencia hasta la edad adulta (donde siguieron cayendo como panes).

Naranjas completas

Finalmente entramos en el siglo XXI escuchando que eso de las medias naranjas eran sandeces, que no, que tonterías, que somos seres completos, que no hay mitades que valgan y que te calles la boca y dejes de mendigar amor, que tú vales mucho más que eso, que la culpa es de Disney y bla bla bla.

Y joder, tiene mucho sentido, tanto que nos lo creímos también.

“Eh peña, que yo valgo mucho, que no soy la mitad de nada, que lo soy todo ¿vale?”

Pero nos hemos seguido enamorando y relacionando como si fuéramos medias naranjas aunque nos hubiéramos creído muy bien que éramos naranjas completas.

¿Qué narices estoy haciendo mal si soy una naranja completa pero me siento como si fuera media?

Hasta aquí la paradoja de la media naranja. Saber que eres entero y sentirte medio.

La teoría de la mitad naranja, mitad nuez caparazón

Nacimos a medio cocer claro, 100% dependientes, se puede decir que nacimos «media naranja». 

Para completarnos necesitábamos a mamá al 100%, pero ¿qué mamá pudo darnos ese 100% como cuando estábamos en su vientre (seguridad, reconocimiento y aprecio 24/7)?

NINGUNA

Y así fue como crecimos en una postal de “no brazos, no llorar, duermes solo, no te toques, no comas tanto, no seas tonto, no tal y no cual…”  Es cómo desarrollamos la mitad nuez caparazón, más dura, menos jugosa pero muy útil para proteger nuestro fruto interno. 

Cómo nos relacionamos

Tal cual es cómo nos relacionamos, con corazas de nuez que hacen la función de la media naranja que jamás se completó, somos estancos, sin olor, sin dejar entrever lo de dentro, duros y prácticamente irrompibles.

Con una sensación total de seres incompletos, esperando (aunque no lo digamos) que aparezca «esa» persona que nos complete (sin que se note demasiado) y nos haga felices. Porque está claro que la soledad, no nos gusta.

Es difícil relacionarnos de verdad a través de un escudo tan poco permeable.

Sí somos medias naranjas

Ya que no podemos volver a ser bebés ni niños pequeños (no es casualidad que nos comportemos como tales, intentando satisfacer esa necesidad de amor que no recibimos en la infancia), debemos aprender a completar la media naranja que somos, pero como personas adultas, no como niños.

La teoría de la mitad naranja mitad nuez caparazón dice que si te despojas de la mitad nuez y aceptas que eres media naranja, con voluntad, conocimiento y algo de tiempo podrás conseguir esa seguridad, ese aprecio y ese reconocimiento que te faltaron de pequeño. Ya veremos cómo.

Si por el contrario decides seguir bajo la protección de la nuez caparazón, seguirás en una búsqueda infinita de tu media naranja, amparándote bajo el eslogan pegadizo de «no somos medias naranjas».

Estamos en constante búsqueda de ese amor que nos falta. Puedes decir que eres una naranja completa si lo prefieres, pero te propongo que dejes caer la mitad nuez caparazón y te embarques en la búsqueda de la «mitad que te falta» desde el adulto que eres.

A fin de cuentas, vinimos al mundo a medio cocer, tenemos una vida entera para terminar esa cocción.