HOMBRES EMOCIONALMENTE HAMBRIENTOS
A lo largo de los últimos años he aprendido un montón de cosas, pero las que más claridad y calma me ha aportado son 2:
saber cómo de grande es mi agujero emocional
para poder mantener relaciones de calidad (hoy abordaré las de pareja)
Un breve análisis de cómo gestamos ese agujero emocional siendo bebés para pasar a la vida adulta con el mismo y, cómo solo a través de la pareja ecológica seremos capaces de dejar de ser hombres emocionalmente hambrientos.
agujero emocional - de bebé
Nos formamos durante aproximadamente 9 meses en el vientre materno, con todo lo necesario para sobrevivir: calor, amor y alimento, pero al salir, todo empieza a truncarse.
Claramente salimos aún por terminar de formarnos, con unas carencias físicas evidentes que nos impedirían sobrevivir en este mundo si no hubiera alguien que siguiera proporcionándonos ese calor, amor y alimento.
En la sociedad que habitamos, lo de recibir alimento y calor, en mayor o menor medida lo tenemos cubierto, de lo contrario nuestros padres, madres o tutores estarían siendo negligentes y eso, es delito.
Sin embargo, no es delito desproveer a un bebé de amor y así nos va, pensando que hemos recibido amor de pequeños y devolviendo a las futuras generaciones prácticamente lo mismo que recibimos.
Medir el amor es realmente difícil, pero lo es sobretodo porque no sabemos amar, pero sí mendigar.
Me parece bastante normal que si lloras en la soledad de tu habitación azul y tardan minutos en atenderte, con el tiempo te acostumbres a esa soledad, igual de normal me parece que si te acostumbras a ir alejado de los brazos de mamá porque para ella es más cómodo llevarte en cochecito, termines asumiendo que la distancia es importante, o que al dejarte en el jardín de infancia con pocos meses porque tus progenitores necesitan su tiempo (o trabajar, ponle la etiqueta que prefieras), termines por entender que no vas a recibir ese amor y te resignes a ello.
Desde la perspectiva del bebé tiene que ser bastante duro. Valga decir de paso, que resignación no es sinónimo de aceptación.
De bebés claramente nos resignamos a recibir aquello que más ansiamos, pero está claro que no lo aceptamos, por ello de adultos seguimos mendigando tanto amor.
La realidad es que nos volvimos bebés duros por obligación, pero jamás lo deseamos, fue algo que nos impusieron (no vamos a victimizarnos por ello tampoco) y por ello aprendimos ciertas estrategias que aún hoy (much@s) seguimos manteniendo para conseguir amor.
Un niño revoltoso no es más que un niño solicitando atención. La atención es la mínima expresión de amor que podríamos darle, pero es más fácil chillar que pare o amenazar con castigos para que deje de reclamar.
¿No te parece realmente duro?
agujero emocional - de adulto
Así devenimos adultos también, ansiosos de amor, con agujeros emocionales de tamaños insospechados, creyendo que alguien de fuera nos colmará ese vacío interior. Esto es inconsciente, ningún adulto te dirá que la felicidad viene de fuera (ese mantra ya lo aprendimos), pero seguro que has oído mil veces expresiones como “ella me completa”, “no sé qué haría sin ella” o “soy feliz por ella” (¿hablamos de nuestra pareja o de mamá?, luego lo vemos).
Parejas, comida, amigos, coches, ropa, drogas… lo que sea que calme esa ansiedad, ese impulso incontrolable de abastecernos de algo que nunca termina de llegar.
Y ahí reside el trabajo personal. En descubrir que tienes un agujero que jamás fue llenado y que jamás se llenará solo, que sólo lo podrás rellenar tú. Aunque hoy no necesites ese amor materno infantil, seguirás teniendo mucha hambre emocional, y la única forma de saciarla es dando amor al prójimo, y hoy nos vamos a centrar en la pareja.
agujero emocional - en pareja
Como decía, buscamos llenar ese vacío interior de muchas maneras, pero una de las más comunes, es a través de nuestra pareja.
Solicitamos amor a destajo, sutilmente al principio de la relación y descaradamente con el paso del tiempo: “¿es que ya no me quieres?”.
Exigimos pruebas de amor constantes para reafirmar el amor incondicional del otro. Nos sentimos amparados y muy llenos cuando nos dicen que nos quieren, cuando nos prestan atención directa, cuando hay contacto físico… pero muchas veces al desaparecer estas muestras claras y evidentes (pero imposibles de mantener 24/7), el agujero emocional empieza a hacerse cada vez más grande, hasta que necesariamente volvemos a exigirle a nuestras parejas eso que llamamos amor.
Creo que el mayor de los problemas es que aprendimos a recibir un amor “a medias” (recibimos amor por un lado y dominación por el otro) y ese es el amor que nos hemos acostumbrado a repartir:
Damos caricias, cariño, palabras cargadas de calor, gestos, tiempo de calidad, conversaciones… pero también damos actos y palabras vengativas, manipuladoras, quejosas, nos hacemos víctimas y verdugos, egoístas…
Son dos polaridades que parecen atraerse, incluso nos vendieron esa verdad absoluta de que los polos opuestos se atraen.
Pero no necesariamente necesitaríamos esos polos opuestos si compartiéramos alegría, compasión, gratitud, ternura, cariño, fuerza de voluntad, autogestión, generosidad con uno mismo y con el otro, educación, solidaridad, colaboración, decisión, valentía, autoestima, perseverancia...
pareja ecológica para el agujero emocional
Crear una pareja ecológica creo que es en la única manera de mantener una relación sana, que se nutra de amor y deje de lado los egos que intentarán constantemente dominar al otro con el fin de no ser lastimado/sobrevivir (así es cómo lo hemos aprendido), pues “el amor duele”.
Es aquella que está formada por dos personas autónomas, independientes y completas.
Son personas que se escogen a diario en libertad. Disponen y ejercen su libertad de acercarse y alejarse cuando así lo deseen. Alejarse no está prohibido, es algo que puede pasar, nada es para siempre (o sí), eso es decisión de ambos en una construcción diaria. El día que no construyen, es el día que empiezan a alejarse.
En la pareja ecológica, ambos miembros estén dispuestos a trabajar en esta construcción y despliegue personal sincrónico. Ésta es una forma de vida.
Para construir la pareja ecológica necesitaremos creatividad diaria, respetar tiempos y procesos, asumir las propias vulnerabilidades, conectar con la propia realidad, cultivar el misterio y encontrar la distancia óptima.
Y de esta manera, formando parejas ecológicas, seremos capaces de llenar ese agujero emocional. No siempre, no del todo, pero sí de forma ecológica y sostenible.
hombres emocionalmente hambrientos
Confundidos al aprender lo que “la pareja debía darnos” con lo que en la realidad sucede, confundimos a nuestras parejas con nuestras madres.
Estamos emocionalmente hambrientos, pero muchas veces la falta de modelos o referentes en cuanto a pareja se refiere, nos hace terminar en relaciones en las que nuestras parejas son lo más parecido a una madre (la misma que tuvimos o la que jamás tuvimos).
Y no me refiero a hombres que conviven en condiciones de desigualdad en la distribución de las tareas (too mainstream), sino a hombres que aún creyendo en la igualdad (por lo menos en la que se ve), nos encontramos confundidos al tener que atravesar un mar de dudas emocional.
Somos los hombres que desconectamos de nuestro mundo emocional para que el “abandono o desamparo” de nuestras madres no se convirtiera en sufrimiento eterno y nos convertimos en los hombres duros que la sociedad patriarcal reclamaba.
Y aunque desafiemos al patriarcado y nos posicionemos en su contra, seguimos siendo un fruto nacido y madurado en su marco de actuación. Por ello, seguimos siendo hombres hambrientos de amor, solo capaces de experimentar con las emociones a través de nuestras parejas, hombres que solo conectamos con la tristeza porque ellas nos lo permiten en la privacidad de nuestros hogares, hombres totalmente dependientes de las capacidades emocionales de una mujer que nos ayude a Ser nosotros mismos.
Estos no podemos ser los hombres que formemos parejas ecológicas, porque a lo sumo, habremos conseguido ser autónomos, pero ni independientes ni completos.
Desde aquí hoy, envío ánimos a todos esos hombres para que juntos, realicemos esta necesaria transformación que nos permita ser completos e independientes.
qué podemos hacer
Se puede achicar el hambre emocional dando todo el amor que nos faltó, pero dando amor de verdad, no el amor romántico que nos vendieron.
Como decía antes, no va a servir de nada posicionarnos como víctimas del sistema e ir corriendo a nuestros padres y madres para hacerles saber cuánto sufrimiento nos causaron, cuanta angustia sentimos siendo niños por aquellas cosas que quizás ni ellos recuerden.
No puedes alterar ese pasado, pero sí el futuro que está por venir. Por ello es importante no generar esa culpa en ellos (pues lo hicieron lo mejor que supieron y pudieron) y centrarte en lo que viene a partir de ahora, con las relaciones humanas que crees en el presente.
Lo único que podemos hacer es tomar conciencia de nuestra hambre emocional, empezar a saciarla con amor (el de pareja ecológico es estupendo) y renunciar a un amor infantil que siendo adulto jamás vamos a recibir.
Puede que sigamos sintiendo hambre emocional por mucho tiempo, pero ya no lo necesitamos para sobrevivir. Ya hemos sobrevivido, ya estamos aquí.
Aprender lo que nos pasa en cada momento, aprender a gestionar nuestras emociones y no depender de otr@ para atravesarlas, es la única manera de sentir cómo se colma ese vacío interior.